jueves, 29 de octubre de 2020

El discurso fotográfico


Actividad 12. Escribe el texto que te sugiera una de estas imágenes.







12 comentarios:

  1. La quietud de la mecedora de Juan era lo único que quedaba en aquella sala. Una manta, un cojín y un libro. Sin Juan, sin movimiento, sin vida. El hieratismo de la muerte sostenía las páginas de aquel libro; un libro abierto, pero inútil. Quizá el libro fuera la única esperanza de vida en aquella sala, o quizá Juan no estuviera muerto del todo.

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  2. La mecedora. Representa la domesticidad mas entranable. El lector se ha ausentado momentaneamente, pero queda la huella del libro a mitad de su lectura pausada, deliciosa incluso, de una tarde luminosa, candente de otono. Me sobrecoge la serenidad que exhuda la imagen, la calma, incluso la paz que se desprende de ella. Es una imagen tan cercana, tan domestica, que me adentro en ella como un gato en la habitacion que da a la calle, a la plaza, al ruido del mundo que queda suspendido entre los renglones de una novela argentina de los setenta.

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  3. "Lo que el covid se llevó". La imagen muestra una mecedora, sin nadie. Una simple mecedora. Normalmente los abuelos y abuelas pasan horas y horas sentados, pero, desgraciadamente, por este tema del covid, muchos no tienen el placer de seguir entre nosotros. Esto es, el covid les ha separado de las mecedoras.

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  4. Foto 2:
    Las arrugas, marcas de la edad que el mundo odia, indican que te haces mayor, que tu cuerpo ya no es joven. En cambio, a mi me resultan marcas de sabiduría, de ternura, de valentía y de vida.

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  5. Rostro (2ª fotografía): El creciente afán por que el paso del tiempo no afecte a nuestros cuerpos, por que no nos quite la belleza de una piel limpia de las marcas de los años, por una ansiada eternidad. Ese afán nos ciega y no nos permite ver la luz de esos rostros sobre los que el tiempo ha escrito y reescrito sus historias, sin haberles, sin embargo, borrado la sonrisa.

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  6. Mecedora
    El tiempo pasa, pero también se queda. Nosotros nos vamos y se queda el tiempo, sereno, pero no tan solitario. Entre inviernos, mantas peludas, hogueras y palabras, los libros nos acompañan. A todos. Ayer, hoy y mañana. Siempre intactos en su tinta negra impresa en pensamientos, historias y papel. Se mecen en nuestro regazo y eternos, nos acompañan en nuestro viaje.

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  7. Mecedora: cuando cae la noche, lo que durante todo el día ha sido una silla vacía más en una casa abandonada, cobra vida. El espíritu de una mujer, que hace muchos años vivió en esa casa con su familia, aparece en la mecedora con un libro entre las manos y permanece balanceándose durante toda la noche. Algunas personas que pasan por la calle han jurado ver su reflejo desde la ventana pero nadie sabe el motivo por el que se sienta todas las noches en la mecedora.

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  8. Esta mecedora parece sola y desamparada, pero la realidad está muy lejos de lo que parece. Esta silla guarda el recuerdo de una madre dando el pecho, una abuela cogiendo por primera vez a su nieto, una hija adolescente llorando por un desamor, una siesta del ama de casa después de un día duro, una conversación donde se revelaron secretos y verdades, risas infinitas, discusiones...Esta mecedora, que ha vivido en el salón de los Pérez durante treinta años, ha vivido tantas cosas que es imposible que se sienta sola.

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  9. Maite Martin Hidalgo
    El rostro: La vida no se lee en páginas impresas, en sus versiones digitales, la vida se lee en nuestras propias pieles, en nuestras arrugas, en nuestras sonrisas, en nuestra mirada, en nuestras canas. La vida se lee en nuestro propio rostro.

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  10. Él ya se ha ido, pero volverá. Se ha dejado todas sus cosas y nunca se separa de ellas. Siempre junto a sus libros, y las gafas para saborearlos mejor. No ha podido irse todavía, fuera hace frío y se ha dejado la manta. No tardará en volver. Casi es la hora de comer y hemos hecho sopa de pescado: su favorita. La mesa ya está puesta ¡A comer!

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  11. La lectura era la mayor afición de María, profesora de literatura de un instituto de Secundaria. El alumnado de su centro nunca valoró el esfuerzo que la mujer hacía día tras día para transmitirles, aunque fuera una pizca, lo que ella sentía al leer una novela. Un día Andrea, una alumna, se interesó especialmente por una de las novelas que debían leer como parte del trabajo de la asignatura y María aquel día volvió a casa radiante y completamente en paz al sentir que se había cumplido su cometido. Tal fue el nivel de su dicha que aquella noche que, al leer uno de sus fragmentos favoritos de su obra preferida, la profesora desapareció como por arte de magia mientras leía en su mecedora dejando en su alumna una sucesora amante de la literatura.

    Nora Bonilla

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  12. Tiempo que se quedo en tiempo
    El tiempo es uno de esos elementos que marcan nuestras vidas. Tiempos de la infancia, tiempos de guerra, tiempos con amigos, con enemigos, tiempos de estrés, exámenes, tristezas o alegrías. Y es que es difícil vivir una vida alejado de esta unidad de medida que secuencia y dirige los acontecimientos que vivimos. Un segundo, una hora, una época, un año, un lustro... están marcadas por vivencias, experiencias momentos en un momento y lugar determinado. Es por esto que el tiempo solo es tiempo segundo, un ente establecido. Y esta lectura que nos lleva un tiempo que siendo conscientes nos puede llevar a ser conscientes de que el tiempo solo es eso, tiempo.

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